miércoles, 24 de febrero de 2010

Un empeño, a veces, inexplicable

Tirarse piedras contra su propio tejado, eso es lo que parece querer hacer continuamente un sector de la sociedad nacionalista en los entornos vasco y catalán.

Está muy bien eso de tener sus ideas, todos las tenemos, pero no por eso vamos faltando continuamente al respeto de las ideas del resto. Ni a la persona en particular de nadie, menos si se trata del anfitrión que nos ha invitado a un evento concreto.

Si uno no está a gusto en una estancia, en este caso en una competición deportiva, lo mejor es no acudir a ella. A nadie, con un mínimo de educación, se le ocurre ir a casa de otro para menospreciarle. Al igual que nadie invita a otro para lo mismo.

Si haces eso, lo más probable es que el día menos pensado el anfitrión se canse y deje de invitarte, con sus respectivas consecuencias, o los invitados dejen de acudir a tu casa. Claro que, supongo, serán consecuencias, en ambos casos, ajenas a los intereses de los cuatros sin vergüenzas que se dedican a abuchear a los demás. Sino, sería aún más preocupante la psicología de dichos individuos.

Las competiciones deportivas reportan muchos beneficios a una ciudad a nivel turístico. Una Copa del rey de baloncesto, la sede de varios estadios de fútbol para la candidatura de un Mundial (serían dos campos en el País Vasco y posiblemente cuatro en Cataluña, si la candidatura Ibérica prospera en la carrera por organizar el Mundial de 2018), etc., constituyen una fuente de ingresos muy deseable.

Eso es a nivel del ciudadano de a pie. Qué decir, de los equipos a los que esos aficionados dicen representar, a nivel de derechos de derechos de retransmisión. En el Barcelona es muy bonito y está muy de moda ese sentimiento de rechazar lo español.

Si se siente realmente eso, no hay que dejarse someter, hay que ir más allá y dar un paso al frente: Si no te sientes parte de algo, no participes.

El Barcelona por tanto debería jugar solo en Cataluña, con el consecuente importe que recibiría el equipo a nivel de dinero de las televisiones. Medio mundo se pegaría sin duda por retransmitir un encuentro Barcelona-Terrasa, sabiéndolo un partido fundamental para los azulgranas antes de enfrentarse a la Gramanet tres días después para luchar por la “Lliga”, un campeonato apasionante donde los haya, al nivel de la liga chipriota.

Me imagino a esos que levantan ahora la voz, que pitan a su Majestad el Rey en la competición que lleva su nombre, abocando, deseando y manifestando a los cuatro viento su deseo por volver a ser españoles y disfrutar de unas competiciones nacionales, las españolas, que hoy por hoy están al nivel de las mejores del mundo.

Lo dice un gallego, muy orgulloso de su tierra, que sin embargo es consciente de que uno no debe tirar piedras sobre su propio tejado, y que para ser respetado, primero uno debe ser respetuoso.

1 comentario:

Piter dijo...

El tema es bien sencillo...si no quieren que se jueguen las competiciones nacionales que lo digan alto y claro y nos evitamos estos bochornos que a veces nos hacen ser el hazmerreir de Europa.

Una lástima con el gran nivel que tiene el deporte español en esta época.