martes, 26 de enero de 2010

El destino es cruel con el Depor



La historia vuelve a repetirse en el Deportivo de la Coruña. Un gran lateral, de los mejores del momento, pretendido por media Europa, 'ofertón' a la vista para llevárselo y mal fario que deja al club sin dinero y sin lateral, y a la Liga española sin un gran jugador de esos que levanta admiración general.

Primero fue Manuel Pablo. Un puñal por banda derecha: subía, bajaba, defendía, atacaba, centraba bien, la golpeaba de lejos, era una bala...Tras un verano en el que su salida estaba cercana, el conjunto presidido por Augusto César Lendoiro consiguió mantenerlo un año más en A Coruña. Ese año el Juventus llegaba con una 'macrooferta' para hacerse con el lateral canario, al que deseaba a toda costa para la siguiente temporada.

Fue en un Depor-Celta, en el derbi gallego por antonomasia, cuándo disputó un balón dividido con Everton Giovanella y la pierna se le quedó clavada en el césped de Riazor. Tibia y peroné rotos y una carrera ilusionante que se quedaba en nada. Volvió y parece vivir ahora una nueva juventud, pero aquella lesión le privó de marcar una época como carrilero derecho en un grande de Europa.

Lo mismo hemos vivido, por desgracia, con Filipe Luís. El puñal de banda izquierda del conjunto herculino. A un paso del Barcelona el pasado verano, en el próximo mes de junio se esperaba su salida a un grande: Tal vez Madrid, tal vez Barça, tal vez un grande Inglaterra. Lendoiro volvía a frotarse las manos, ante la venta que podía arreglar toda la situación económica del equipo gallego para volver a ser el SuperDepor cuanto antes.

Por eso, lo que se frotaba el máximo mandatario coruñés en el minuto 49 ante el Athletic eran los ojos. No se lo podía creer. Pero ahí estaba Filipe Luís, el mejor lateral izquierdo de nuestra Liga, su jugador estrella, tendido en el césped de coliseo coruñés con el tobillo destrozado tras caerle Gorka Iraizor encima del pie.

El fútbol, el destino, volvieron a ser el Sábado crueles con el Deportivo. Con un jugador que había encontrado su mejor nivel y que llevaba 82 partidos seguidos sin perderse un solo minuto. A sus 24 años, el brasileño promete volver a dar guerra pronto por el carril zurdo, pero el traumatólogo que le operó ya ha avisado de que la lesión puede dejarle secuelas. El tiempo lo dirá.




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